Hace poco más de dos semanas, recibí un mensaje en redes sociales de una joven que me preguntaba si podría responderle unas preguntas: Estaba recogiendo información e investigando sobre las diferentes formas de adquirir un perro y uno de los puntos que consideró más importantes era el hecho de hablar del papel del criador experto en este proceso.
Su proyecto se llamaba «Compañeros por elección: el dilema entre adoptar o comprar un perro». Evidentemente, tras comentarlo con ella, accedí sin dudarlo un segundo, ya que este es un tema muy actual y muy controvertido en nuestra sociedad a día de hoy. Con la entrada en vigor de la sonada y conocida Ley de Protección y Bienestar Animal, estos conflictos morales se han convertido en algo muy habitual (demasiado) para los futuros tutores, y la decisión puede hacer que la opinión pública ponga en entredicho y bajo prejuicio la ética e incluso la «bondad» de una persona. La presión social genera mucha tensión y malestar cuando alguien se enfrenta a este tipo de dilemas.
No voy a negar que tenía las respuestas bastante claras, pero quise preparar bien la entrevista; meditar las respuestas y contestar de la forma más honesta, clara y correcta posible, para que todo pudiera entenderse del mejor modo.
Gracias Martina por pensar en mí y en Pawppaloosa para este proyecto, y gracias por permitirme compartir el resultado.
«Compañeros por elección: el dilema entre adoptar o comprar un perro»
Entrevista a Maria Torres
Criadora en Pawppaloosa Dalmatians desde 2014
Martina: «¿Cuáles son los tipos de razas que crías y por qué has elegido esta raza en particular?»
Maria: «Yo particularmente crío y estoy enfocada y especializada sólo en una raza, el Dálmata, desde hace algo más de 10 años.
La elegí porque es un perro muy único, siempre he dicho que o lo adoras o lo detestas, no hay término medio: desde la peculiaridad de que nazcan blancos y acaben siendo manchados, siendo unos completamente distintos a los otros ya que el patrón de manchas es totalmente aleatorio y diferente en cada uno de los ejemplares; pasando por su gran afinidad, instinto y relación histórica con los caballos (animales con los que siempre he convivido al montar desde muy joven), y evidentemente por su gran sensibilidad, es un perro muy emocional. También hay una cuestión de energía y estilo de vida, el Dálmata es un perro atleta, intenso, que disfruta mucho de la naturaleza y las actividades en el exterior, como nosotros».
Martina: «¿Crees que la nueva ley de bienestar animal podrá evitar la crianza indiscriminada de los animales?»
Maria: «Esto esperamos todos los criadores responsables y las personas dentro del mundo de la cinofilia…pero la realidad, desde mi humilde opinión, es que creo que la cría indiscriminada de cualquier tipo de animal (perro, gato o exótico) no se podrá evitar nunca.
Los primeros en apoyar esta actividad ilegal son las tiendas, que además de tener licencia, suelen recibir cachorros de países del este a precios muy bajos en condiciones lamentables, con los que obtienen mucho margen de beneficio; o bien comprar cachorros de granjas de cría a un precio económico, a quien les ha sobrado algún cachorro que no han conseguido vender y que ya se les ha hecho mayor, para revenderlo a un precio más alto y ofrecer mayor diversidad de razas.
Por otra parte, el desconocimiento y la ignorancia de la gente hace que todavía hoy se entienda la cría como una actividad que, puntual o no, todo el mundo puede realizar mientras tenga un perro o perra en casa. La “ilusión” de quedarse con un hijo o hija del perro o perra que cualquier persona pueda tener en propiedad, hace que muchísima gente críe de forma particular en su domicilio con el perro en cuestión; sin tener en cuenta que en una camada no sólo nace un cachorro, y evidentemente sin conocimientos de ningún tipo y a costes muy reducidos sin dar ningún tipo de garantía, realizar ninguna prueba de salud, con una nutrición precaria y regalando o bien vendiendo los cachorros a cualquier familiar o persona sin valorar si esta es apta; a precios muy bajos pero muy competitivos y sin las condiciones mínimas requeridas (salud, vacunas, desparasitaciones , microchip, etc.). Ya no hablamos de genética o de una buena socialización y/o educación básica, ya que en el gran número de casos separan a los cachorros de su madre en etapas cruciales y muy tempranas.
Yo misma, hace varios años paseando cerca de un centro comercial de Barcelona, pude ver cómo una familia vendía cachorros en la calle, en una caja de cartón, producto de la cría en un garaje.
La venta online tampoco lo pone fácil. A pesar de la entrada en vigor de la ley, en los portales de venta de artículos de segunda mano todavía se pueden encontrar infinidad de anuncios de cachorros derivados de la cría ilegal, ya sean de granjas clandestinas como de particulares que, por accidente o no, han tenido cachorros en casa.
Desgraciadamente, por mucho que exista la existencia de una ley, será muy complejo poder controlar estas actividades y restringir la cría sólo a criadores, y a criadores responsables que velen por sus perros, por los cachorros, y por la buena evolución y salud de la raza en última instancia. No digo «criadores profesionales», porque hoy en día muchísimos «criadores profesionales» tienen licencia, núcleo zoológico concedido, y son granjas multi-raza con cachorros «a granel» 365 días al año, personas que tienen su actividad profesional enfocada solo en la cría como medio de vida; y esto cambia las reglas del juego».
Martina: «¿Qué opinas de la opción de adoptar un perro de protectora o refugio en comparación con la adquisición de perros de criadores? ¿Qué ventajas ves en cada opción?»
Maria: «Es una respuesta amplia y compleja.
Siempre he dicho que son dos opciones totalmente distintas, pero no antagónicas.
Los criadores hemos adquirido una muy mala fama en los últimos años sobre todo por la creciente tendencia cultural del radical y malentendido » animalismo » y el lema «Adopta, no compres», y se nos tiende a meter a todos en el mismo saco, sobre todo debido a las actuaciones de mala praxis y mala fe por parte de la cría ilegal, de la que no somos responsables y a la que nos oponemos por completo.
Personalmente, hace muchos años, era voluntaria de la perrera de Barcelona.
He tenido animales desde que tengo memoria, y colaboraba cuándo y cómo podía. He sido casa de acogida y he ayudado a reubicar a perros sin familia. Trabajo en el sector veterinario, con y para veterinarios, y he estado tanto en la parte de práctica clínica como en la parte de industria.
Además, tengo dos gatos adoptados, que recogimos de la calle en 2017 y 2021 respectivamente. Y sí, crío Dálmatas.
Un criador, en primer lugar, es una persona a la que le gustan y que ama a los animales, sean de la especie que sean. Todos los criadores responsables que conozco tienen a uno o más de un perro o gato adoptado que ha terminado en casa sin buscarlo, porque no tenemos corazón para no hacerlo. Simplemente son dos opciones distintas:
Adoptar a un animal es una acción muy loable, que llena mucho el corazón y que fomenta una labor social muy necesaria con una vertiente muy emocional. El hecho de ayudar y dar segundas oportunidades a otros seres vivos es lo que me hace pensar que el ser humano todavía pueda tener esperanza en muchos aspectos, en mi opinión.
Comprar un animal no es ningún delito, aunque a día de hoy, se criminalice y sentencia mucho a quienes lo hacen. Criar (con responsabilidad y conocimientos) tampoco.
La cría obedece a la necesidad de preservar un legado histórico, una diversidad racial en una especie concreta, que tiene una riqueza y valor incalculable.
Desde el inicio de los tiempos, cada raza de perro ha desarrollado una tarea concreta para la que fue creada y clasificada en un grupo de funcionalidad: tenemos perros de pastor, perros de caza, perros de trabajo y rescate, perros de terapia y asistencia social, perros con la labor de hacer compañía, etc. Cada raza responde a una tipicidad y función específica con estándares definidos: morfología, salud y temperamentos concretos.
El trabajo del criador, que ama a esa raza, no sólo es preservar este legado, sino también mejorar su salud seleccionando la genética adecuada, y rechazando criar con perros que no se correspondan con la tipicidad y funcionalidad de la raza, para hacerla evolucionar y mejorar en la dirección correcta a través de los años y las generaciones, con ejemplares sanos de buen carácter.
La persona que busca comprar un perro, no solo busca obtenerlo porque le guste esa raza estéticamente hablando, o porque lo quiera desde cachorro para educarlo y “hacerlo” a su manera desde el inicio; también busca tener un perro con las garantías que ofrece en cuanto al tipo de carácter que se puede esperar de él, su energía o su temperamento, el tamaño o pelaje que tendrá en la edad adulta, la salud que posiblemente tendrá al saber que tanto él como las generaciones anteriores han sido testadas contra cualquier problema hereditario. Vamos, que, al fin y al cabo, lo que busca, es la tipicidad, la tranquilidad de saber que ese perro no le sorprenderá con cualquier anomalía.
Que evidentemente los animales, como las personas, pueden enfermar, por supuesto, pero el riesgo de sufrir algún problema intrínseco de la raza es mucho más limitado. Y cuando uno ama a su animal, lo que quiere es que le dure cuantos más años mejor, con una calidad de vida óptima. Y a la hora de la verdad, esto es lo que busca todo criador, que sus cachorros sean amados y tengan una vida larga y plena».
Martina: «¿Cómo se puede garantizar que los perros criados no acaben en refugios o abandonados? ¿Hay alguna forma de que el criador valore si las familias son adecuadas para cuidar al perro que adquieren?»
Maria: «En mi caso, y hablo de mi ejemplo concreto, organizo y planeo cada camada con mucha antelación, casi a dos años vista cada una: igual que miro a los perros reproductores, sus pedigríes y pruebas de salud para garantizar que no hay ninguna condición genética asociada en las generaciones anteriores, sus caracteres, etc., también analizo a las familias y hogares donde los cachorros irán, y este es el trabajo más duro muchas veces:
Hago un proceso de selección largo antes de cada camada, donde tengo en cuenta a todas las familias interesadas, y hago un ciclo de entrevistas a cada una, terminando con una reunión presencial (o varias) antes de tomar la decisión de acceder a reservar un cachorro de la próxima camada, que todavía ni ha nacido. De esta forma, ambas partes nos podemos conocer, hablar, y decidir si aquello es lo que queremos o no.
En muchos casos, estas familias esperan meses, incluso años, antes de tener a su perrito, ya que mi demanda es alta y sólo tengo una camada cada 9-12 meses; pero durante esta espera todavía nos vamos conociendo más, hablando, y creando los cimientos para que esa relación progrese, madure y sea fructífera. También me ayuda a ver y entender cuál es el tipo de cachorro que necesita cada familia, puesto que cada cachorro nacido es diferente. En alguna ocasión puntual incluso me lo he repensado y, después de conocer con más detalle, me he echado atrás y he revocado la solicitud, abonado y cancelado la reserva. Y el tiempo me ha dado la razón. Una retirada a tiempo es una victoria.
Cabe destacar, que mi actividad profesional y mi economía no está centrada ni depende de la cría, sino que este es mi proyecto personal al que le dedico toda la ilusión y tiempo del mundo, desde hace muchos años. Por tanto, yo no vivo gracias a mis perros, y eso me permite ver la cría desde otro prisma, hilando muy fino, y con la ventaja de poder permitirme el lujo de elegir a quien quiero venderle un perro nacido en casa, y a quien no. Esto, a pesar de las diferencias, también aplica a muchos criadores que sí centran su profesión en ser criadores, y conozco muchos ejemplos.
Una persona que “se esfuerza” en leer, se informa, escucha, pasa las entrevistas una a una con paciencia, espera meses, y se siente partícipe y responsable de formar parte de un proceso tan importante tanto para él/ella, para el animal, como para la mejora de la raza, no abandonará nunca a su perro, porque este es y será siempre un miembro de su familia. Pienso que la clave es esta: informar como es debido, influir y formar parte de la toma de decisión si es acertada o no, y sensibilizar y concienciar a las familias en lo que están haciendo.
Comprar un animal nunca debe ser producto de un impulso, de una decisión espontánea, ni de un capricho temporal. Yo, particularmente, no vendo perros en navidad, ni como sorpresa de regalo de cumpleaños, ni casos similares. Debe ser una decisión muy meditada y compartida con todos los integrantes del núcleo familiar. Debe ser una promesa, un compromiso».
Martina: «¿Cuáles crees que son los principales factores que hacen que las personas elijan comprar un perro en vez de adoptarlo?»
Maria: «Como he dicho antes, y he comprobado a lo largo de los años, creo que los mayores condicionantes son:
- Tener un perro sano y saber que no traerá problemas de salud asociados que comprometan ni compliquen la vida del animal, ni la de la familia. Vamos, saber que le tendrán cerca muchos años.
- Tener a un perro con la tranquilidad de saber que no les sorprenderá con un carácter o temperamento inesperado y que no puedan reconducir solos (para eso están los especialistas, etólogos y de más). Evidentemente la conducta futura de cualquier perro no depende sólo de la genética, también de las experiencias vividas (buenas o malas), y de la educación que se le dé al perro.
- Y ese segundo punto lleva al tercero. Las personas que deciden comprar un perro buscan muy a menudo tenerlo desde pequeño, sabiendo que es un “folio en blanco” y que todo en lo que se convierta el perro, para bien o para mal, dependerá únicamente de ellos, conociendo que ha nacido en un entorno correcto, ha pasado con la madre y los hermanos el tiempo necesario, etc.
- Evidentemente también deciden comprar un perro, una u otra raza, por la parte “estética”, se entienda esta por el tamaño, el tipo físico o morfológico, el tipo de pelo, el color, …
- Y en última instancia tenemos un caso más remoto, de personas que quieren comprar un perro para realizar alguna actividad concreta: para llevar a cabo cualquier tarea o trabajo para el que son buenos, o para competir en cualquier modalidad deportiva (agility , canicross o mushing , IGP, mondioring , belleza, mantrailing …), o incluso para criar (en el caso de criadores que buscan trabajar una línea genética diferente a la que tienen en su casa para mejorar su plan de cría».
Martina: «¿Qué controles de salud se realizan antes de ser vendidos?»
Maria: «En primer lugar, se empieza por los padres, que determinarán la calidad en cuanto a la salud que los cachorros tendrán. Se les puede testar de patologías genéticas más generales como la displasia de cadera o codo, o incluso de hombro, de corazón, o de otras patologías degenerativas como la espondilosis, entre otras; y también de las enfermedades que aquella raza pueda tener más asociadas a nivel genético; en el caso del Dálmata sobre todo de audición, o de hiperuricosuria. También se les puede testar de otras características como del color de pelaje, para saber si son portadores de alguna variante y descartar mutaciones de colores no deseados en las próximas generaciones; como el gen limón en el Dálmata, o de otros colores que puedan manifestar los futuros cachorros influyendo a nivel estético o impactando en la salud del perro.
Una vez han nacido los cachorros, y a la edad oportuna, se les hace diferentes pruebas de salud según la raza, porque cada una tiene unas predisposiciones concretas. En el caso del Dálmata, como decía, el test de BAER o audiometrías, como principal, y de hiperuricosuria como secundario y menos habitual. Estas dos pruebas veterinarias las podemos realizar mientras el cachorro es pequeño; siendo así, entregamos los certificados veterinarios oficiales y pertinentes a los futuros propietarios. Otras no se pueden realizar hasta que el perro es adulto, y el resultado depende tanto de la variante genética (por eso testamos a los padres) como del crecimiento del perro y las buenas prácticas del dueño durante el periodo de crecimiento, pero evidentemente estas ya no las podemos realizar los criadores, por nuestra parte solo podemos recomendar que la familia la realice en el futuro.
Además, nosotros particularmente planteamos sesiones de socialización temprana (con estímulos controlados, con niños, con otros animales…) en todas nuestras camadas, de forma que los cachorros crecen «mentalmente sanos y equilibrados» y también podemos ofrecer esa garantía en cuanto a su desarrollo cognitivo».
Martina: «¿A qué edad se puede entregar al comprador?»
Maria: «Mínimo a las 8 semanas de vida o 2 meses de edad, nunca antes. Algunos criadores entregan a los cachorros a partir de los 3 meses, esto va un poco en función de cada uno; pero nunca debe ser antes de las 8 semanas, para que el cachorro haya estado con la lactancia el tiempo adecuado, haya podido crecer y estar con sus hermanos y su madre, que intervienen en la socialización inicial en cuanto nacen. Evidentemente también para haber podido recibir los antiparasitarios y vacunas necesarias para desarrollar una buena inmunidad y no someterlos a riesgos de contagio posteriormente, que afecten a su salud».
Martina «¿Se tiene en cuenta la socialización de los perros antes de ser vendidos?»
Maria: «Por supuesto, o así debería ser en todos los casos. La etapa de socialización comienza con la madre y los hermanos, donde aprenden a comunicarse, a inhibir la mordida, a relacionarse, a jugar adecuadamente; es donde el cachorro empieza a interactuar con miembros de su misma especie de forma consciente y donde se comienza a crear su «personalidad». Si hay otros perros o animales en la casa, es muy bueno que también interactúen, para relacionarse con otros individuos antes de marcharse y aprender a comunicarse con ellos.
Pero no todo eso. Como decía antes, es importante aplicar los estímulos adecuados a cada etapa, y en mi caso, me gusta mucho ponerles música desde pequeños, algunas veces más tranquila y otras menos, ruido estridente o de petardos de vez en cuando para que normalicen este sonido y no cause estrés o miedo el día de mañana cuando se encuentren con sus familias. También me gusta tocarles bastante desde que nacen, siempre con cuidado y el tiempo oportuno en cada etapa y edad, realizar algunos ejercicios propioceptivos o sensoriales, trabajando con el olfato, el tacto, el gusto…
Y como añadido, también incorporamos niños a la ecuación, a partir de las 3 o 4 semanas de vida, cuando el cachorro ya ha abierto los ojos, se mueve conscientemente y empieza a interactuar y jugar con nosotros. Los niños desprenden y tienen otra energía, y es importante incorporar este estímulo desde edades tempranas.
A esto le llamamos programa de socialización temprana».
Martina: «¿Cómo gestionas los problemas de salud genéticos en la raza que crías?»
Maria: «Creo que ya lo hemos comentado antes.
La clave es anticiparse, y para ello se debe testar a los ejemplares. Testando puedes evitar muchísimos riesgos, pero a veces incluso así no es suficiente:
A la hora de buscar el mejor macho para una hembra concreta (evidentemente teniendo en cuenta la tipicidad y todos los factores de salud, carácter y morfología comentados anteriormente), es vital, primero, conocer los resultados de la camada de la que este proviene, vamos, de sus hermanos y hermanas, y puede ser muy interesante también indagar sobre los resultados de salud de los padres de este macho (los futuros abuelos paternos de los cachorros), ya que tener en cuenta a las dos generaciones anteriores del cachorro es casi imprescindible para determinar el éxito de la cría; y segundo, saber si el macho seleccionado se ha reproducido anteriormente, para contrastar qué resultados han obtenido sus cachorros con las distintas hembras que se ha cruzado, constatar la calidad y poder hacer una estimación, para de nuevo, anticiparte.
A veces esto lleva mucho tiempo sobre todo si, como yo, sueles seleccionar machos nacidos y/o que viven fuera del país.
Encontrar a los cachorros que ha producido cada macho puede ser difícil, pero si el propietario o criador de ese perro es honesto, responsable y ético, te facilitará toda la información relativa al perro, y no será tan complicado encontrar a sus hijos.
De todas formas, la genética no es nunca 2 + 2, y aunque estudies los pedigríes, testes a los progenitores, contrastes la información, te preocupes de conocer al macho personalmente para poder valorar la decisión y pienses que has elegido el más completo y correcto para aquella hembra, a veces puedes no obtener el resultado perfecto o esperado, y en el caso del Dálmata, puede nacer algún perrito con audición unilateral (que sólo oye de una oreja) o incluso un cachorro sordo bilateral-sordo completamente – después de realizar el test de BAER (hemos dicho que la audición es el punto flaco del Dálmata).
De ser así, en mi caso, existen dos opciones:
- El cachorro con audición unilateral podrá llevar una vida completamente normal, porque oír, oye y oirá, y por tanto nada alterará las funciones del día a día; por lo que una vez informada la futura familia, llevará una vida corriente como mascota, pero eso sí, recomendaré la esterilización del perro a la edad adecuada para evitar que, queriendo o sin quererlo, ese perro se reproduzca, afectando a la salud de las futuras generaciones.
- El cachorro sordo, yo particularmente, no lo vendo. Conozco a criadores que lo hacen o lo han hecho. Yo no lo encuentro ético, por lo que hago una adopción responsable con una familia debidamente seleccionada, y se firma un contrato de adopción con condiciones diferentes. Evidentemente, en este caso existe un compromiso de esterilización obligatoria, porque el riesgo de impactar negativamente a las futuras generaciones es muy alto. No olvidemos que la audición o sordera del Dálmata, es una condición genética.
Prevenir es la mejor forma de evitar riesgos no deseados, pero si aún así no se obtienen los resultados esperados, esta es mi forma de proceder. En genética existen condiciones muy prevalentes que no sólo provienen de las primeras generaciones (padres, abuelos o bisabuelos)».
Martina: «Por último, ¿cómo afecta la sobrepoblación canina a tu servicio como criador?»
Maria: «Pues personalmente, y de forma totalmente honesta, nada pretenciosa, no me afecta.
Es verdad que hay muchos, muchísimos perros, cada vez más, y esto no cambiará en el futuro cercano según los estudios y las estadísticas que se publican. Nuestra sociedad lleva experimentando un crecimiento exponencial del animal de compañía desde los últimos 10 años, y sí, hay muchas opciones: desde adoptar a un perrito o perrita en una cantidad inimaginable de centros y asociaciones que hay en todas partes, hasta comprar uno a un criador, legal o ilegal, ético o no…sí, porque este es el ejemplo y la realidad que tenemos en el día a día; pero siempre he pensado que si haces las cosas bien, las personas lo valoran. Recibo una media de 2-3 solicitudes al día (algunos días más y otros menos) ya sea por teléfono, e-mail o redes sociales.
También hay que destacar que el Dálmata, gracias a Dios, no es una raza mayoritaria ni de moda hoy en día (y esperemos siga así) y sólo los encuentras donde puedes encontrarlos. Ya tuvo su momento con la película de Disney a finales de la década de los 90, y a raíz de la cría descontrolada e ilegal se causó un mal casi irreparable en la salud y el carácter de nuestra raza, que todavía le da muy mala fama a veces, y que los criadores responsables aún seguimos paliando, sobre todo en cuanto a salud. Por suerte, hoy por hoy podemos ver Dálmatas sanos mental y físicamente.
En mi caso concreto, la sobrepoblación existente, la sobre demanda o oferta que haya con otras opciones, no me afecta.
Sea cual haya sido la situación en los últimos 10 años y hasta el día de hoy, mi forma de entender la cría siempre ha sido la misma, el amor por la raza es el mismo si no incluso más, y mis convicciones no han cambiado.
He mejorado, pienso, en muchos aspectos a la hora de basar y fijar nuestro plan de cría y en la forma de organizar y llevar los procedimientos antes, durante y después de tener una camada. He aprendido a ser mucho más crítica, estricta y selectiva que antes; de hecho creo que cada vez lo soy más, también en cuanto a las familias… y sí, me sabe mal que muchas personas no puedan tener un cachorro nuestro cuando es lo que querrían, pero soy fiel a mis principios y a lo que busco para mis cachorros y para el bienestar de la raza… hay tantos tipos de criadores como tipos de «clientes» puedas encontrar; o lamento que, a veces, una vez hecho el proceso de selección, las familias tengan que esperar tanto tiempo para acoger a su cachorro en casa…pero a la vez pienso que es lo bonito de esta experiencia, vivir el proceso desde el inicio y no solo comprar un perro…sino esperar un miembro de tu familia. Lo bueno siempre se hace esperar».
21 de octubre 2024