Sí, es explícito, claro y conciso. Nos mudamos.
Nos mudamos y no puede hacerme más ilusión. Con este cambio ponemos (y pongo) fin a una etapa de 7 años viviendo en La Garriga, un lugar que me ha visto empezar en los perros y en la vida, que me ha visto crecer, sufrir.. sufrir mucho, pero que nos ha ayudado a evolucionar, a aprender y madurar a todos los niveles, sobre todo personal.
Me mudé a La Garriga desde Barcelona con un proyecto en común y teniendo a un Dom bebé de 2 meses acabado de llegar, sin saber apenas nada del mundo del perro, sin haber competido jamás y mucho menos saber o imaginar que él iba a ser el pilar de mi propio proyecto personal en solitario.. y me voy de aquí con 3 perros en casa más 5 en copropiedad, una habitación llena de estanterías con trofeos, escarapelas, cintas y cuadros conmemorativos, y habiendo traído al mundo dos camadas. Y todo lo he hecho sola.
Quien diga que no se puede, no conoce la fuerza y la inmensidad de los sueños: de la ilusión, de la lucha y de la voluntad pero sobre todo, del poder de adaptación y de superación que podemos llegar a tener cuando hay un motivo por el que creer y seguir.
No ha sido nada fácil. Miro atrás y recuerdo discusiones, desilusiones, dudas, frustraciones, confusión, soledad, miedo, incomprensión, incluso a veces enfado. Todo ello conmigo, con otros y de otros, claro. Pero esto…esto jamás me dio tristeza. Esto que es Pawppaloosa nació en La Garriga, y allí me ha dado todos estos sentimientos, pero nunca me ha evocado tristeza; porque por muy difícil que haya podido ser, mis perros han sido el motor de mi vida desde hace años. Por ellos me levanté y he seguido en pie mucho tiempo. Y eso, sumado a tooooda la infinidad de cosas buenas que han traído consigo, han hecho que Pawppaloosa se haya consolidado y creado unos cimientos muy arraigados en mí.
Durante estos 7 años muchas personas y seres queridos han salido de nuestras vidas, voluntaria o involuntariamente, he cambiado de trabajo (incluso he estado sin él más de una vez), hemos perdido un miembro vital de Pawppaloosa que junto con Dom, fue su «fundador», nuestro caballo Dark Diamond; pero aún y con todo siempre hemos tenido fuerza y voluntad de salir a jugar.
De La Garriga me enamoró su pueblo, sus calles, su ambiente joven y deportista, sus bosques y las montañas cercanas a él; la he llegado a considerar mi hogar. Tengo que reconocer que no todo el mundo me lo ha puesto fácil o se ha portado bien allí, para nada! Pero también he podido conocer gente que me ha ayudado mucho y que, aún estando sola y teniendo a la familia lejos, ha hecho que me sintiera acompañada.
Así que, después de varias semanas de nervios, gestiones, cajas, traslados, masilla, ropa y trastos, agotamiento y cubos de pintura…decimos adiós a este sitio que nos ha acogido durante 7 años y siento que este nuevo lugar nos recibe con los brazos abiertos, de la mano de Sergi y ahora mi nuevo gato Gordito (quién me lo iba a decir a mí), con la ilusión a tope y un camino larguísimo por delante, seguro!
Hola, Sant Quirze del Vallès 🙂